No se qué escribir a mil pies de altura como tampoco sé que hago volando sin alas, besando sin ganas, sonriendo forzando la mirada fijándola en todas partes menos ahí, aquí, ahora. Creo que el corazón marca el ritmo y yo solo lo sigo con miedo a perder el compás. Pensar, actuar, todo viene y yo solo hago que bailar casi siempre mal, sin poder corregir el paso que hizo pisar mis ganas de volar para quedarme aquí, perdido en la inmensidad de la arena sin ser capaz jamás de llegar al mar.
Cada nuevo amanecer guarda una nueva oportunidad, una nueva vida de 24 horas de duración perseguida por el anochecer. Vas a contrareloj y sin aliento. Ahora imagina que es la última vez que ves salir el sol, que cada segundo se te escapa sin tan si quiera poder verlo...bienvenido a mi día a día.