Miedo a hablar,
a callar, a gritar,
a llorar.
Miedo a gustar,
miedo a no agradar.
Miedo a tomar decisiones,
miedo a estar parado
mientras el reloj no para de hacer tic-tac.
Miedo a ser yo mismo
mientras el resto parece tenerlo todo decidido,
controlado.
¿Soy diferente?
¿Qué debo hacer?
¿Qué debo no hacer?
¿Qué debo hacer?
¿Qué debo no hacer?
Todo son preguntas en mi interior mientras el mundo me mira con los ojos de quien quiere intimidarme. A mí, a un manojo de nervios. A un NADIE. Porque a pesar de lo que me inculcaron en casa, en la escuela, en la televisión, en la radio...no voy a llegar a ser importante ni uno entre un millón y mucho menos mientras en mí impere esta maldita indecisión, pero tampoco quiero serlo.
Quiero, simplemente, ser alguien que se mire al espejo cada mañana y se sienta orgulloso de tomar decisiones, de ser quien es, de arrepentirse de sus errores porque un día decidió dar un paso adelante y poner voz a sus deseos.
En mí reina el silencio
y no quiero.
El silencio me mata,
es una mano invisible que me arrastra al borde del precipicio y juega con sacarme de mis límites y que caiga al vacío, a la incomprensión más absoluta por no pronunciarme sobre nada ni nadie.
Comentarios
Publicar un comentario